2013
Villarcayo | Burgos
Cliente | Privado
Fotografía | Pedro Pegenaute
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Durante los últimos años hemos crecido con la imposición ciudad dispersa . En España, en Europa, en el mundo se ha llenado de este urbanismo y tipo edificatorio basado en el automóvil, la casa, y el jardín. Generando un territorio impreciso de paisajes suburbanos donde la afirmación de lo individual se transforma en algo anónimo, vulgar e impersonal.
La parcelación de este urbanismo supone el engaño idílico de una fingida naturaleza y que por tanto nuestro punto de partida era sólo una superficie donde ajustar el proyecto.
Por tanto, teníamos claro que arrancando de una parcela como si fuera un área de forma abstracta, el proyecto no debía caer en el “sobre diseño” o tuviera un diseño excesivamente particular que tuviera una falsa relación con el territorio sino que debía tener una componente más abstracta basada en la función y en la ocupación, la economía y el disfrute de un espacio exterior propio alejándose de los tipo habituales.
El punto de partida del proyecto respondía a dos situaciones muy claras; por un lado la parcela se localizaba en una colonia suburbana sin consolidar, en el extrarradio de Villarcayo, que adolecía de cualquier tipo de carácter significativo y sin apenas condicionantes al margen de los legales, vinculados al cumplimiento de la normativa vigentes. Y por otro lado, la propiedad, una joven familia con una marcada identificación con el gusto por la arquitectura contemporánea, que requerían una vivienda en una única planta para aprovechar al máximo el potencial de su relación con el jardín y que el proyecto se debía ajustar inequívocamente a una limitación presupuestaria muy estricta.
La propuesta, por tanto, debía responder, por encima de otras premisas, al “optimismo” y a la “optimización” que la propiedad demandaba, suponiendo estas el punto de partida, su “contexto real”.
El volumen de la vivienda tiene un desarrollo en planta compacta, garantizando de esta manera una propuesta ajustada. El proyecto se conforma con una organización no “isótropa” buscando una situación diferenciada en ambas direcciones. Por un lado, ciego en los laterales de la parcela hacia los que se ajusta agotando en este sentido el límite de la edificación rechazando la presencia de las edificaciones más próximas y quedando abierto en los frentes de la misma, jerarquizando y cualificando el jardín en dos espacios de diferente carácter que permiten de forma directa, beneficiarse del soleamiento.
La propuesta traza una organización del programa muy clara, casi sintética, pudiéndose definir a modo de esquema: los espacios más íntimos se acomodan junto a los dos laterales opacos de hormigón en toda su longitud, liberando el espacio intermedio, como “estar” abierto a los jardines, protegido por el filtro de los porches y buscando la orientación Este_Oeste y la relación directa con estos.
Con esta disposición “central” del espacio del salón, el “habitar”, se garantiza inequívocamente como un lugar de relación y encuentro doméstico, donde confluyen todos los espacios de la casa y el jardín.
Al mismo tiempo este espacio, por lo reducido de la parcela y vivienda, se expande incorporando en el “habitar” la totalidad de la parcela cuyo perímetro vegetal se convierte en el límite de la vida familiar con la idea de hacer un hogar más amplio y abierto.
La casa flota, parece exenta. El preciso volumen toma posesión del solar a modo de pabellón, aparece depositado en el jardín, queriendo revelar su relación directa con la gente que lo habita por encima del espacio que lo acoge, en definitiva identificando esta paradoja su “contexto real”.