Ordenación manzanas Salesianos

2015
Pamplona, Navarra
Cliente| Ayuntamiento de Pamplona

Concurso de ideas | Tercer Premio

Con Gaztelu_Jeréz arquitectos

La propuesta perseguía un punto de encuentro entre la ciudad que siempre ha sido, la edificabilidad exigida, las nuevas necesidades de espacio público y espacio dotacional, evitando una solución ensimismada y ajena al ensanche de Pamplona.

El proyecto pretende dar continuidad a lo que ahí sucede, a su geometría, a su orden, a su traza, entendiendo que la ciudad ya está hecha y por tanto no se trata de hacer un urbanismo «nuevo» ni tampoco distorsionar las geometrías de Pamplona: la propuesta busca reconocer la eficacia de la trama del Ensanche. De esta manera, no se quieren generar nuevos conflictos urbanísticos  con «leyes» impuestas a la pauta ordenadora del Ensanche o simplemente no modificar de forma pretenciosa la identidad de la ciudad.

La geometría de la actuación busca «ordenar» sin «distorsionar».

Las nuevas edificaciones se relacionan con el resto de edificios que lo rodean «de igual a igual» siguiendo las leyes físicas con las que se convive en el Ensanche de Pamplona. Estas nuevas trazas se hacen eco de aquellas del plano histórico de Serapio Esparza.

SOBRE EL BORDE AMURALLADO

La propuesta pretendía que el borde norte de la ciudad preserve la identidad de la trama ordenada del Ensanche de Pamplona, en continuidad con la escala volumétrica de este ámbito, evitando soluciones  excesivamente protagonistas  cuya percepción en esta vista resultaría ajena a la ciudad. Emergiendo en segundo término la edificabilidad que se recupera en altura para generar el espacio público requerido. Estas alturas se disponen de forma asimétrica entrando en «juego» con otras edificaciones que aparecen en el paisaje urbano de Pamplona por encima de la pauta habitual con la que se conforma la ciudad.

POR QUÉ NO UNA DIAGONAL

El  planteamiento del proyecto desea que este se pueda entender desde la óptica de un «proceso» que continúa y que conformó el Ensanche de Pamplona.  Siguiendo las pautas y reglas que lo generaron y que con las diversas peatonalizaciones llevabas a cabo en la ciudad se han ido poniendo en valor.

El parque de la Media Luna forma parte del recorrido peatonal sobre el borde amurallado presentando múltiples accesos desde la ciudad a lo largo de su trazado.

El trazado del Ensanche refleja que la Calle San Fermín, por su configuración más ancha y arbolada, es el EJE VERDE que conecta las dos áreas ajardinadas que aparecen como flancos laterales del Ensanche, el área del paseo de borde y el ámbito de La Ciudadela.  Esta vía verde, al mismo tiempo, cose las «plazas» que presentan un carácter ajardinado como son la Plaza de los Fueros, la Plaza de la Cruz y la del propio Parque de la Media Luna.

El planteamiento de la propuesta pretende reafirmar de nuevo la geometría del Ensanche como la pauta que configura los accesos «naturales» ya trazados por Serapio Esparza, rematando la definición de las calles Leyre y San Fermín como entradas consolidadas al parque de la Media Luna que se suman a otras ya existentes.

A nuestro entender, el parque de la Media Luna desde su trazado, que atiende de forma geométrica al del propio Ensanche  y  la posición del volumen del «café», reconoce a la calle San Fermín como su entrada principal entre sus múltiples accesos.

Entendemos que apostar por completar el acceso al parque en diagonal, en cierta manera, es negar la bondad y utilidad de la condición ordenadora del Ensanche.  La propuesta plantea reforzar la identidad de ese EJE VERDE de la calle San Fermín frente un acceso diagonal que parte, «sin condición de continuidad» de uno de los pequeños vacios geométricos que se suceden impuestos por la  verdadera Diagonal del Ensanche que es la Avenida Baja Navarra, de un «no lugar» sin apenas carácter y desconectado de la ciudad, evitando depreciar ese «eje verde» que ya recorre el Ensanche.

Al mismo tiempo, la diagonal a nuestro entender generará inevitablemente, por un lado, un espacio público  abierto directamente a norte y a sus vientos dominantes en Pamplona y por otro lado, presumiblemente,  desplazará una parte de la edificación en altura a sur, arrojando sombras sobre ese ámbito público. En base a la experiencia de la ciudad  pueden llegar a ser condicionantes que hagan de este espacio un lugar poco «habitable».